El bacalao es una fuente de omega 3 y un pescado muy nutritivo, por eso desde la antigüedad el objetivo de salarlo es deshidratarlo y que sus nutrientes se encuentren en mayor proporción.
Lo primero que tenemos que hacer es retirar el exceso de sal. Toma el pescado y colócalo debajo del grifo, frota con tus dedos para que vaya soltando la sal.
A continuación toma un recipiente y llénalo de agua fría, pon el pescado dentro (si tiene piel coloca la piel hacia arriba) y mételo en el refrigerador. Una vez que hayan pasado 12 horas, saca el recipiente y elimina el agua. Llena una vez más el recipiente con agua fría y de nuevo mete al refrigerador durante 12 horas.
Repite el proceso hasta completar 6 cambios de agua en 72 horas, es decir, 3 días. Cuando el bacalao esté desalado debes mantenerlo en el refrigerador para evitar que se eche a perder.
Asimismo, depende del grueso de tu pescado el tiempo de remojo que se necesite, los trozos menos gruesos necesitan menos tiempo (pueden ser 48 horas) y si el bacalao es desmigado quizá 2 cambios de agua sean suficientes.
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